Es real que del amor al odio hay un paso. Tan real como sucede a la inversa.
¿Pero es amor lo que profesan muchos en las redes? ¿Amor son tres fotos o veinticuatro horas? Quizás cuando más hablas de algo es porque careces de ello y lo añoras. Es duro, pero cierto. Somos posados. Nos gusta aparentar, ya sea para ganar aceptación, ser “cool” o ganar votos. Eso depende del momento que vives, de lo que deseas en realidad.
Sabemos qué hacer para conseguir las cosas, lo que no sabemos muchas veces es cómo mantenerlas cuando las conseguimos. ¿Cómo permanecer en algo que ya nos resulta irreal y, peor aún, cómo conservarlo si siempre supiste que iba a colapsar? ¿Cómo hacer para tapar todo lo que no queremos que se vea cuando ya es demasiado tarde?
O continúas fingiendo, aparentando que todo está bien, mintiendo a todos menos a ti –algo muy común en nuestra sociedad- o enfrentas la verdad. Hablo de enfrentar aún sabiendo que saldrás salpicado por esa verdad, porque no conoces a nadie hasta que el amor se rompe, hasta que llega la separación, hasta que te divorcias. Así dicen, y a mí me consta.
Los “te amo”, los “contigo para siempre”, los “no te olvidaré”, los “te apoyaré siempre”, o los “hasta la victoria siempre” se esfuman cuando decides separarte. De repente, eres traidor, malo, feo, mentiroso. Todas tus virtudes son defectos y todos tus errores te definen. Así, de la noche a la mañana, dejas de ser la opción más sana, la más conveniente. Así pasas del amor al odio.
Por eso es duro el camino de quien decide asumir las riendas de vivir con honestidad consigo mismo. Ser el protagonista de cualquier cambio es de valientes, pero vale la pena.
Pocos son los que se lanzan a hacerlo. Algunos se quedan en el intento y muchos ni lo intentan, a causa del miedo. Yo celebro a los que se atreven y admiro a los que lo logran. Estoy convencida de que los seres humanos merecemos la mayor cantidad posible de momentos de felicidad, merecemos sentirnos bien, seguros. Esa es la única forma de que avancemos, de sentirnos proactivos, de desarrollarnos.
Para tomar nuevos caminos hay que decidir y, muchas veces, tomar las decisiones es lo más complicado… pero, cuando lo logras, es un respiro profundo que te alimenta el alma y te aclara el panorama. Deshacerte de lo que ya no te hace bien aunque te haya ayudado a llegar hasta allí, soltar lo que no va con tus principios, alejarte de lo que te mata lentamente y te frena aunque te acusen de desleal, eso es crecer.
Pasa en la vida, pasa en el amor, pasa en la política.
9 agosto, 2017