¿Te has dado cuenta de lo complicado que resulta decir “gracias” en ciertas ocasiones? Sí, así es. No debería serlo, pero a veces solemos pensar que expresarlo nos hace débiles, que nos minimiza con los demás.
La semana pasada hicimos en TC una promoción para Cuatro Cuartos con la que queríamos agradecer por la gran aceptación que hemos tenido, por el cariño de la gente, ya que actores, productores y todos en general nos sentimos muy acogidos por el público. El concepto era fácil: “dar las gracias”, y en la ‘promo’ solo debíamos decir “gracias”… Sin embargo, aunque no lo crean, pronunciar esa única palabra costó mucho más de lo que suponíamos. No encontrábamos la forma, la intención que queríamos, y a veces sonaba tan duro que no lograba transmitir el objetivo.
Extraño, ¿no? A ratos lo más sencillo resulta lo más complejo. Fuimos educados para dar las gracias a nuestros padres o a ‘los mayores’ por respeto, casi de manera impositiva. Yo me rebelo ante eso. Los padres también tenemos mucho que agradecer a nuestro hijos, y al menos yo trato de ser grata todos los días por algo así sea pequeño o simple, por estar con ellos, por poder conversar, por poder escuchar un “te amo mamá”. Simplemente porque la gratitud me llena el alma.
Puede sonar muy lírico y hasta cierto punto cursi, pero dar las gracias es todo un placer, decirlo tal vez más que recibirlo. Pónganse a pensar cuanta gente no espera recibir un «gracias» así, de repente, sin esperarlo, de personas que quizá no volveremos a ver, que no conocemos, o incluso que nos caen mal. ¡Qué importa! Un gracias le puede cambiar el día a una persona, y una persona agradecida realmente puede empezar a cambiar el mundo.
Seguiré repitiendo como un mantra que soy afortunada de tropezarme en el camino con gente que de verdad me hace bien. Y les agradezco el hecho que hayan aparecido porque aunque no lo sepan me hacen mejor ser humano. Doy gracias también por el talento de mis actores, por la confianza del canal donde estoy, por la genialidad de la gente que me rodea; reconozco a toda la gente que trabaja conmigo, todos sin excepción. Agradezco también a mi novio por sus sonrisas y sus ganas de verme brillar, así como a mis amigas porque siempre están. Doy gracias también a ustedes que están leyendo estas palabras ahora, al Universo por ponerme acá, y hasta a los que no me quieren porque me hacen mucho más fuerte.
Empecemos a valorar el verdadero significado de la palabra “gracias”. Desde adentro, desde el alma. Agradezcamos porque vivimos y porque vivimos bien. Pongámosle valor (el que ustedes quieran), utilicémosla más. Seamos agradecidos. Caminemos con gratitud por la vida, es la mejor manera de educar, de vivir, de sentir y de amar.
¡Gracias!