Quiero que mis hijos crezcan en un país de oportunidades. Pero esas oportunidades no llegarán si vivo con miedo de emprender.
Un hombre golpea a una mujer y recibe una palmadita en la espalda de la justicia. ¿Por qué no nos indigna la violencia hasta que es demasiado tarde?
Ya no importa quién es el bueno y quién el malo. La gente muere a cada minuto en Siria, y el resto del mundo hipócrita solo lleva las cuentas.
Nos estamos quedando en los titulares y nuestro deseo por figurar en las plataformas virtuales nos convierte en monstruos.
«Eres sexy» no define lo que soy. «Ya deja a tu novio» no es una orden aceptable y «mejor te verías sola» es una sugerencia que ninguna mujer debería tener en cuenta.
En Madaya, Siria la gente no puede entrar o salir. Los niños se suicidan. Las personas comen hojas de los árboles.
El abusador busca silenciar a sus víctimas y lo logra infundiendo el miedo, rompiendo el espíritu. Di no, sal de ahí, habla hasta que alguien te escuche.
Mientras miro a mi hija crecer, hay niñas que son vendidas como esclavas sexuales.