Las religiones han traído división, discriminación y han sido causa de grandes conflictos mundiales. Prefiero creer en mí.
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Desde niñas aprendimos a poner el «yo» al último, a ser felices con la felicidad de otros. Hoy estoy aprendiendo a amarme sin culpa y a no esperar nada de nadie.
Lamento que aún en pleno siglo XXI existan seres humanos que vivan su vida pensando en el qué dirán. Eso refleja un enorme miedo a vivir libre.
Cuando tenemos 15 somos pura ilusión, a los 25 todo se trata de los planes y a los 35 ponemos estándares más realistas.
Entre el amor y el odio hay un prefijo de dos letras: ex.
Querer sentirnos más a gusto con nosotras mismas no es ninguna ridiculez. Lo ridículo es avergonzarnos de tener los años que tenemos, como si fuera un pecado, o decir nuestra edad con tristeza, como si lo hubiéramos perdido todo.
Fue un año de muchas pruebas. Hubo momentos en que quise mandarlo todo por la borda, pero también descubrí qué es lo que me mantiene firme y andando.
La malagradecida piensa que dar las gracias es un sinónimo de debilidad; no sabe que es la gratitud con la vida la que nos prepara para el éxito.
Que esta tragedia sirva para removernos el corazón. Mientras buscamos acumular cosas desechables podemos perder en un segundo lo realmente importante.
La felicidad no es un estado continuo, sino una colección de momentos.
Si también vives este silencioso martirio, mira en tu interior qué importancia le das a lo que tú quieres.
Admito que llega un momento en la vida de una mujer en el que acabamos confundiendo la prudencia con el silencio.