Es la noticia del momento. Cadenas como CNN, NBC o BBC, por nombrar solo algunas de las más globales e importantes, la han puesto entre sus titulares principales y han sembrado la duda entre sus miles de millones de televidentes alrededor del planeta: ¿Son Enrique y Beto de Plaza Sésamo una pareja gay?…
Todo comenzó cuando Mark Saltzman, guionista de la exitosa serie infantil que se emitió por primera vez aquel lejano 10 de Noviembre de 1969, lo aseguró así en una entrevista a una revista. Sin embargo, solo unas horas después aquello fue negado por los productores, desatando toda una ola de opiniones que me han dejado perpleja.
Al final, ¿qué importa si Beto y Enrique eran o no homosexuales? ¡¡¡¿¿A quién le importa??!!! Es que, como programa infantil, Plaza Sésamo siempre tuvo una visión 100% educativa y, pese a que ha pasado muchísimo tiempo, lo sigue siendo. Y, aunque le duela a muchos o sencillamente no logren entenderlo, aún si efectivamente Enrique y Beto hubieran sido concebidos como una pareja homosexual, el programa seguiría siendo exactamente igual de educativo, entretenido y recomendado para todos y cada uno de los niños del mundo. Debería ser un ‘must’ de los primeros años.
Y sin embargo he leído todo tipo de comentarios homofóbicos y desagradables. “Me dañaron mi infancia”, braman unos, “pobre niños” se lamentan otros… ¡háganme el puto favor! ¿Por qué les asusta tanto que dos muñecos masculinos sean o no pareja? ¿Acaso creen que ver por televisión a un gay te convierte en homosexual? No dejo de admirarme. Además, si en realidad fueron concebidos como gays déjenme decirles que lo hicieron perfecto, porque la realidad es que un homosexual no va gritando por las calles que lo es, lo es y punto, al igual que los heterosexuales tampoco vamos por el mundo gritando a los cuatro vientos que lo somos. Entonces… ¡dejen de ser tan mojigatos y retrógrados, y, sobretodo, de espantarse por pendejadas!
¡Qué linda sería la vida si todos gritáramos lo que somos y lo que queremos ser sin sentir que estamos haciendo algo mal! Pero no, parece que somos nosotros los que seguimos en 1969 y que Enrique y Beto vinieran de un futuro tan lejano como utópico… Es que ellos fueron diseñados para transmitir aprendizajes y mensajes que trascienden su orientación sexual, para evidenciar que sí puede haber amistad verdadera entre dos personas aunque sean completamente diferentes.
Si sus guionistas y productos lo aceptan o lo niegan a mi me da igual porque, al final, este par de marionetas acaban de darnos una gran lección, de mostrarnos cuanto nos falta como sociedad, cuan poco inclusivos somos, cuanto nos queda para aprender a aceptar y cuanta falta hace que estos dos muñecos se vuelvan seres de carne y hueso para que nos griten en la cara lo estúpidos que somos. Sí, somos estúpidos y tú que estás leyendo horrorizado crees que no lo eres y que la estúpida soy yo, está bien, no me importa, pero detente un momento y ponte a meditar un buen rato. Analiza lo que estás pensando y como estás actuando, hacia donde nos lleva como sociedad ese pensamiento antiguo, excluyente y obtuso…
Y si aún así no lo tienes claro, déjame decirte una última cosa: un niño es solo eso, un niño… Él no discrimina, no ve diferencias, no insulta, no se escandaliza. Un niño es inocente y todos los que vimos Plaza Sésamo lo hicimos siendo niños, y sin importar qué pase o se diga ahora, de pequeños siempre los vimos como mejores amigos, como hermanos que se querían y se aceptaban como tal. Y si son pareja o no eso no afecta en nada el principio de aceptación de la serie, ni su mensaje de fraternidad. Amémonos todos por igual, la discriminación e intolerancia están solo en nuestra cabeza, la de los adultos.