Escribo con miedo y desesperanza, como estoy segura que la mayoría lo siente. Sabíamos que la política da asco, pero no logro entender sus límites. Cuando pensé que estábamos en el peor momento, ocurren cosas inimaginables. No puedo estar de acuerdo con esa manera tan irracional de culpar a cualquiera por la muerte de Fernando Villavicencio.
No soy militante de ningún partido político, y puedo tener amigos de todas las tendencias. Pero en ninguno de los bandos se puede ser tan irresponsable para decir que Correa lo mató, que Vinicio Alvarado compró un pasaje para traer al sicario (¿realmente somos tan pendejos como para pensar que Vinicio haría algo así?) o que María Paula y Patricio Carrillo están detrás de todo esto.
La ligereza para «resolver» los casos más dolorosos que han marcado al país responde a la falta de confianza en las instituciones. Tenemos una Fiscalía que actúa a dedo, y lo digo con conocimiento de causa. Tenemos una Policía completamente desmotivada y contaminada. Por último, tenemos un Gobierno incapaz, desde el primer día de gestión, de hacerse cargo de las problemáticas de los ciudadanos.
No me vengan con el cuento de que “es culpa de alguien”, cuando sabemos que Fernando estuvo amenazado durante años, y nadie hizo caso de esas amenazas. Tras fallas horrendas en seguridad, su asesinato deja miles de dudas. Y ser irresponsables al señalar al primero que se nos cruce por la cabeza porque no nos cae bien no es la salida. No es lo que necesitamos.
Necesitamos unión, y por más lírico y romántico que se lea, es la única manera de salir adelante. Nuestro objetivo claro es la paz en Ecuador. Cuando siento que todos están lucrando de un crimen horrendo que tiene al país conmocionado, no puedo sentir sino asco, porque acá lo único que se debe demandar son investigaciones claras, transparentes y rápidas, cueste lo que cueste. Necesitamos saber la verdad. La muerte de Fernando no debe quedar en el olvido, se debe resolver y rápido, pero con responsabilidad.
Basta de politiquerías y de jugar a los detectives, basta de tanto odio para señalar a diestra y siniestra. El país nos necesita a todos.