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Soy mujer y creo en las mujeres. Sé que somos seres extraordinarios con capacidades increíbles. Tenemos miles de virtudes, olfato para las oportunidades, resistencia al dolor y resiliencia ante las situaciones más adversas. Somos multifacéticas… hijas, amantes, esposas, madres, profesoras, economistas, psicólogas. Sensibles y firmes. Unidas para defender al género. Protectoras como lobas, como leonas, cuando algo amenaza a nuestra manada. Queremos criar hombres y mujeres de bien. Sabemos que, si es el caso, podemos secarnos las lágrimas y salir adelante con nuestros hijos, pero solas. Después de veinte siglos hemos demostrado que no caminamos detrás de nadie, que no necesitamos a un hombre para sentirnos completas. Supermujeres, ¿verdad?
El seleccionado ecuatoriano de fútbol, Enner Valencia, ha sido noticia por estos días debido a una deuda de más de 20 mil dólares por un juicio de alimentos. Su expareja, Sinthya Pinargote, apareció en varios programas de televisión, porque la posible detención de Enner -apodado Superman- en pleno partido de la selección ante Chile tenía en vilo al país.
En este tipo de batallas públicas hay señalamientos y desprestigio de lado y lado. Las que usan el arma exagerada del “padre y madre a la vez” versus los machistas que atacan a las mujeres con argumentos poco decentes.
Para mí es inaceptable que haya mujeres que usen el género para asumir un papel de vulnerabilidad, o para obtener un mejor trato. No acepto que haya mujeres que se victimicen solamente porque el padre de sus hijos gana más dinero.
Las mujeres pueden trabajar en lo que sea para seguir con su vida, no hay razón para que ninguna viva comparándose con el que fue su pareja para sacar provecho de la situación. Eso es abusar. Eso no es pensar en los hijos primero. Eso es pensar únicamente en ti. Y el ego de una madre siempre pasa a segundo plano por el bienestar psicológico de sus hijos.
No hablemos de género, hablemos de personas. ¿Qué clase de persona hace que el padre de su hija atraviese una vergüenza nacional? ¿Quién gana con eso? Las niñas, que ven en su padre a su primer amor, definitivamente no. Los niños, que admiran y aman a ambos, tampoco.
Yo estoy en contra de cualquier injusticia. Pero hay un feminismo ciego que solo atenta contra nuestra credibilidad. Hemos luchado tantos años para que seamos tratadas como iguales en el mundo laboral y social, seguimos peleando contra la violencia de género, contra esa imagen de sexo débil, alimentada y justificada muchas veces por la religión… ¡y aún nos falta! Nos falta asumir que hay responsabilidades compartidas.
Ambos bandos necesitan dejar las poses y luchar por la igualdad. Mujeres: se trata de ser justas y demostrar que, a pesar de haber estado en desventaja durante mucho tiempo, tenemos la capacidad de ver objetivamente.
Defiendo y defenderé siempre a las mujeres, pero no nos engañemos. Hay mujeres buenas y malas; hombres miserables y otros justos. Mujeres aprovechadoras y otras trabajadoras, hombres irresponsables y mujeres envidiosas. Pelear por la verdad más allá del género nos hará mejores seres humanos.